Lc 11,5-13 |
Sin
darnos cuenta hacemos de nuestro Padre Dios una caja mágica de soluciones. Le
pedimos por las necesidades que se nos van presentando y las que nosotros deseamos
y nos olvidamos de las que realmente necesitamos y nos ayudan a crecer.
Incluso, pensamos en nosotros mismos sin percatarnos de que tenemos familia,
hermanos de sangre y hermanos en la fe.
Quizás
hemos de aprender a pedir. Partimos de que nuestro Padre Dios nos invita, así
nos lo ha revelado Jesús, a que le pidamos y a que seamos insistentes y
perseverantes. Pero, no se trata de pedir para tener sino pedir para ser mejores
hijos y solidarios en el amor a todos los necesitados y débiles. En definitiva,
lo importante es pedir para que podamos vivir en su Palabra y Voluntad en el
amor. Eso es lo importante porque sus consecuencias serán buenas para todos.
Y nuestro Padre que sabe lo que realmente necesitamos nos lo dará con creces para que podamos y sepamos recorrer el camino que nos lleve a su Casa. Esa debe ser nuestra oración, una oración que busca el bien de todos, pero el bien eterno en la presencia de nuestro Padre Dios.
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