Es posible que no
percibas la cercanía de Dios ni que te des cuenta de lo cerca que está de ti.
Tan cerca que está delante de tus mismas narices y pasas indiferente ante Él. Y
eso porque no te importa nada el otro, el más débil, el pobre y carente de lo
necesario para vivir. Mientras tú tiene lo que necesitas y más e incluso
derrochas lo que a otros les falta.
Dios está en ese
necesitado que está a tu lado. Está en aquellos que carecen de lo necesario
para vivir y en todos los que de alguna manera necesita ayuda. El Evangelio de
hoy lo deja bien claro: (Mt 25,31-46): En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su
gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de
gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los
unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las
ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los
de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me … Y él entonces les responderá: ‘En verdad os
digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también
conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un
castigo eterno, y los justos a una vida eterna».
Advierte que Jesús habla de todas las naciones, es decir, todos seremos convocados ante su presencia. Y todos se refiere a todas las personas, lo que quiere decir que todos resucitaremos. Ahora, recordemos siempre, mientras estemos en este mundo, estas últimas palabras de Jesús: E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.