(Mt 14,1-12) |
Decir la verdad ha sido siempre complicado y peligroso. Por decir la verdad, muchos han perdido hasta la vida, y es que la verdad descubre la mentira en la que otros construyen su poder, sus riquezas y egoísmos. Mentir supone ocultar la verdad, y se oculta para apoderarse o realizar engaños que perjudican a otros y satisfacen y colman mis intereses y vanidades.
Juan el Bautista fue uno de esos hombres que por proclamar la Verdad, pagó con su propia vida. Sin embargo, la Verdad siempre emerge y nunca permanece oculta debajo de la mesa, porque está dentro del hombre para ser proclamada y puesta encima de la mesa a fin de ser vista e iluminar a todos los hombres.
Hoy siguen muchos otros pagando también el mismo precio: "La vida", por defender la verdad. Defender la verdad es enfrentarse a la mentira, y ese enfrentamiento siempre ha sido signo de lucha y muerte. Ahora mismo, en Pakistán, en la prisión de Sheikhupura, permanece encarcelada, en condiciones infrahumana, Asia Bibi. Encarcelada y condenada a morir en la horca por no renegar y defender su fe católica.
Muchos defensores de la verdad han perdido su vida por perseverar y defender esa Verdad. Y es que la Verdad te hace libre y te fortalece hasta el punto de entregar tu vida. Sólo una Verdad es digna y merecedora de ser defendida hasta las últimas consecuencias: "Cristo, el Señor, el Hijo de Dios Vivo, Vive Resucitado entre nosotros".
Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y quienes creen en Él resucitarán en Él y vivirán eternamente.
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