(Mt 13,54-58) |
Parece una contradicción, pero se hace realidad cada día en nuestros círculos familiares. Es nuestra familia donde nuestro testimonio se hace más difícil y carece de credibilidad. La lógica y el sentido común nos indican lo contrario, pero la naturaleza de nuestra propia humanidad nos incita al odio, a la envidia y a la subestima de lo más cercano, de lo propio.
¿Cómo éste, de mi pueblo, va a ser mejor que yo? ¿Pero si éste es hijo de fulana o mengana, qué me va a enseñar a mí? Y añadan ustedes lo que quieran y hayan vivido por propia experiencia... Jesús no fue una excepción en esto, pues son sus propias Palabras la que nos lo dice: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio».
No convendría, ni haría falta decir más . Todo lo que falta lo podemos reflexionar nosotros. Esa es la humilde intención: "acompañarnos a abrir caminos de reflexión que nos puedan servir para encontrar el verdadero camino", pero, una vez más, pasará lo profetizado por Jesús: "En casa no nos harán caso".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.