(Mc 4,35-41) |
Confieso que tengo fe, pero la vida me descubre que mi fe no es mucha ni tan firme, porque el miedo me supera y me aterroriza. Seguro que si estoy entre aquellos de la barca hubiese dudado del Señor y hasta, quizás, lo hubiese criticado.
Todavía hoy, después de bastantes años siguiéndole, dudo de su intervención, y hasta de su presencia. Experimento mi pobreza, mis inseguridades, mis miedos, mis dudas, mi pequeñez... Y descubro la necesidad de gratitud, de estarte infinitamente agradecido por descubrirme mi propio yo.
Gracias, Señor, por descubrir mis pecados, mis miserias, mis infidelidades, mis egoísmos, mis apegos, apetencias y comodidades. Gracias por tu Misericordia, por tu perdón, por tu presencia, por tu Luz y por tu Fortaleza, y por tu compañía. Gracias, Señor, por sostenerme, por mantenerme en tu perseverancia, por disipar mis dudas e impulsarme a caminar.
Continua, Señor, aplacando mis tempestades, mis tormentas, mis dudas, mis miedos, mis inseguridades y acrecienta mi fe.
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