Seguro que la respuesta a esta pregunta: ¿Eres conocido?, tiene una respuesta satisfactoria, pues todos vivimos en una familia, un trabajo, un pueblo o ciudad y unas relaciones sociales. Y ahí seremos conocido por la función que desempeñamos y por nuestro compartir diario.
Jesús, cuando compartía en la sinagoga todos los sábados era también conocido: Por su trabajo, por su familia, por sus amigos... y se admiraban de las cosas que decía y hacía. También nosotros, si vivimos en Él, podemos admirar por nuestro trabajo bien hecho, por nuestra admistad, por nuestras bien intencionadas actitudes, por nuestro compartir la fe y esfuerzos de amar.
Y también podemos sorprendernos por tanto rechazo y tan poca fe de nuestros propios familiares, amigos del trabajo y de nuestros ambientes sociales. Bien es verdad que nuestras debilidades e imperfecciones nos alejan muchas veces de ser ejemplo o buen testimonio para otros, pero eso, en lugar de servir para alejarnos debe ser motivo de lucha y esfuerzo por acercarnos más al Señor, porque con Él podemos corregirnos y perfeccionarnos cada día.
Pidamos al Señor sabiduría y voluntad para ser cad día más luz y testimonio de su Palabra entre nuestros familiares, trabajo y amigos.
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