(Jn 7,1-2.10.14.25-30) |
La vida de Jesús corre peligro porque lo que dice no gusta a los que mandan y manejan al pueblo. Es la ley la que ellos adoran y a la que someten a los demás. La ley que les interesa mantener porque favorecen sus intereses y la adaptan a sus conveniencias. Jesús representa un peligro porque les descubre sus oscuros y egoístas intereses.
Les nubla sus mentes el conocer a Jesús. El saber que es de Galilea ciega sus ojos y sus corazones y les predispone al rechazo. No puede ser el Mesías alguien conocido, murmuran, y este sabemos quien es. Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí
y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me
envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco,
porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado».
Dios se hace Hombre para revelar su Amor a los hombres. Y Jesús, el Hijo de Dios Vivo, es el Mesías enviado y encargado de dárnoslo a conocer. A Dios nadie lo conoce ni lo ha visto, sólo sabemos que Jesús, el Hijo, nos lo revela, nos habla de sus intenciones y de su Amor y nos ofrece, en Él, la vida eterna de parte de su Padre Dios.
Gracias Señor porque por tu entrega libre y voluntaria, llegada tu hora, a una Muerte de Cruz, nos has rescatado y salvado para siempre por la Voluntad y Amor del Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.