(Jn 7,40-53) |
Todo sigue igual, Dios mío. Ponemos en duda tu Divinidad y tu Palabra, y nos preguntamos quien eres. Ocurre lo de siempre, nos ajustamos a la ley cuando nos interesa y siempre procurando adaptarla a nuestros intereses y comodidades. Tratamos de alejarnos de aquello que significa una exigencia y compromiso.
Ponemos en entredicho tu origen sin apenas conocerte. Sucede que siempre son los que menos te conocen los que hablan de Ti negativamente y poniendo en duda tu Palabra. Los de siempre Señor, los fariseos y los versados en la ley. Los ciegos que viendo no ven.
Y quieren acallar tu boca Señor, y desprestigian tus Palabras. Su ley es dios y la interpretan según les conviene. No les interesa oír tus Palabras y tratan, por todos los medios, quitarte del medio. Te insultan y te llaman embaucador y agitador, y rechazan tu Mensaje. Siempre hay una porción de tierra donde tu Palabra hunde sus buenas raíces. Esa tierra hoy se llama Nicodemo que escondido en Ti, Señor, trata de salvarte y de que tengan la oportunidad de escucharte.
Ilumínanos Señor para verte por la Luz de la Fe y afirmarnos más en tu Palabra y Divinidad.
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