Cuando no entendemos a alguien, lo inmediato es pensar que está equivocado o desequilibrado. Siempre nuestras ideas prevalecen a los otros, y nos cuesta entender, asumir o vivir las que nos transmiten los demás. A Jesús le sucedió lo mismo. Su Mensaje es tan novedoso, tan contrario al pensamiento humano y contra corriente que sorprendía.
Y lo sorprendente cuesta asimilarlo y más asumirlo. Eso te lleva a justificar cierta locura en Jesús para sostener tu falta de compromiso y pasividad. Ocurre que cuando no estamos disponible o en actitud de entrega, distorsionamos la realidad y nos auto engañamos (traición) justificando nuestras actitudes ante la negativa de hacer lo que pensamos deberíamos haber hecho.
Así nos ocurre con Jesús. Sus Palabras son rechazadas y puestas en entre dicho para justificar nuestra aversión a cambiar de rumbo y de vida. Nos cuesta salir de nuestra coraza, de desinstalarnos, de movernos de nuestra silla, de nuestro ambiente, de nuestros pensamientos e ideas. Realmente es duro, pero para buscar hay que empezar un nuevo camino y levantarte de tu sillón.
La pregunta queda en el aíre: ¿Estamos dispuestos a desinstalarnos y hacer el esfuerzo para darnos, cómo hizo Jesús? ¿O por el contrario nos conformamos con reducir nuestra vida a unos rosarios, Eucaristías y algunos actos de piedad?
Danos, Señor, la sabiduría y la fuerza necesaria para no pararnos y seguir caminando tras de Ti con la intención de crecer en tu Verdad de vida y palabra.
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