(Jn 6,1-15) |
Hoy hay muchos panes y peces que repartir. No sabemos cómo hacerlo, pero eso no nos debe dejar pasivos, lánguidos y perezosos, sino todo lo contrario, animarnos y esforzarnos en hacer y poner todo lo que esté a nuestro alcance. Hoy, incluso, nos rechaza el pan espiritual que les damos. Organizamos encuentros, charlas y provocamos circunstancias para hablar y conocer al Señor, pero la respuesta es siempre la misma. Vamos los que ya estamos y queremos e intentamos seguirle. No se suman ni responden nuevos hermanos en la fe.
Y eso nos desanima en muchos momentos y nos tienta a dejarnos ir. Pero no debemos dejarnos vencer. Confiemos en el Señor. Él sabrá repartir su Pan espiritual y saciar a todos aquellos que le busquen y tengas sed y hambre de su Amor. El hombre es libre y dueño de hacer lo que quiera, pero, se supone, que buscará la felicidad y la verdad, porque están escrita dentro de su corazón. En esa búsqueda encontrará al Señor, porque es el único que le salvará.
Sin embargo, hacemos las cosas de forma desinteresada y sin buscar resultados. Porque ellos pertenecen a Dios. Así como Jesús, el Señor, se esconde y desaparece cuando descubre que le buscan para hacerle Rey, impresionados y asombrados por sus prodigios y milagros. Por lo tanto, no miremos los frutos, sino tratemos de cultivarlos y ponerlos en Manos de Dios. Él es el verdadero autor y dueño de todo.
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