En nuestro mundo mandan los primeros. Los primeros en las universidades, en las olimpiadas, en las pruebas de velocidad y otras disciplinas. Los primeros en conseguir éxito, fama, riqueza, bienes y poder. De esta forma, el mundo parece ser de los poderosos, de los famosos, de los que mandan y concentran en ellos el poder, la fama y el éxito. Y, en consecuencia, se presentan como los faros que otros muchos siguen como ovejas desorientadas y sin verdadero pastor.
Ellos parecen ser los primeros en todo y los aparentemente elegidos. Pero no es así, Dios tiene otra forma de ver y de elegir y sus planes son diferentes a los nuestros. Jesus nos sorprende alineándose con los últimos. El Evangelio de hoy nos lo aclara muy bien: (Mt 20,1-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con... ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor’. Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
Será muy necesario reflexionar sobre quiénes son los últimos y procurar estar entre ellos, porque, Jesús nos lo deja muy claro. Por tanto, puede sorprendernos encontrarnos entre los primeros y también muy peligroso para la búsqueda de nuestra felicidad. Porque, queríéndola y buscándola podemos perderla deseando ser los primeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.