martes, 22 de marzo de 2022

AMAR SIGNIFICA PERDONAR

Pedro experimenta lo que realmente cuesta perdonar. Experimenta que le es imposible perdonar y, llevado por esa experiencia, pregunta a Jesús: «Señor, «¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». La respuesta de Jesús es firme y contundente: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Todos hemos experimentado lo duro y difícil que supone el perdonar. Nos cuesta mucho, tal y como experimentó Pedro. También a mí me supone gran esfuerzo hasta el extremo de que me parece imposible. Y, realmente, lo es. Sin la Gracia del Señor no podríamos hacerlo. Perdonar es la cuestión, pues, si no perdonas no amas. Y amar es el mandato de nuestro Padre Dios. Por eso, Pedro, ante esta disyuntiva se ha atrevido a preguntarle, tal como decíamos al principio, al Señor. También nosotros queremos preguntarte, Señor, y, con tu Gracia, atrevernos a intentarlo. Perdonar es la alternativa. No hay otra.

Amar y perdonar se conjugan en una sola palabra: Misericordia. Por la Misericordia Infinita de nuestro Padre Dios somos perdonados de nuestros pecados. Dios Padre conoce la debilidad de sus hijos y, por eso, es misericordioso. Sabe de nuestras dificultades y solo quiere nuestro esfuerzo, nuestro reconocimiento y fe en Él. La fuerza para poder perdonar y amar nos viene del Señor. La Misericordia de Dios, misterio que nunca llegaremos a entender en este mundo, es nuestra gran esperanza. Todos nuestros pecados, por grandes que sean, nos son perdonados. Ahora, hay una condición, que nosotros perdonemos también. Lo decimos cada día en el Padrenuestro, para ser perdonados necesitamos también perdonar nosotros y, sobre todo, a nuestros enemigos y a quienes nos ofenden.

No podemos presentarnos delante de nuestro Padre Dios suplicándole perdón y nosotros no perdonar. Comprendemos que eso es ilógico y no tiene sentido. La medida con que midamos será la que nos aplicaran también a nosotros. Jesús nos lo explica claramente en esta parábola – Mt 18, 21-35 – del rey que quiso ajustar cuentas con sus criados. No perdamos de vista esta parábola. Si quieres alcanzar la Misericordia de Dios, recuerda que tú también tienes que perdonar las ofensas recibidas. Es la prueba del amor.

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