La
cuestión es, ¿qué decimos nosotros ahora? Porque, aunque no está Jesús en
naturaleza humana, sí está espiritualmente entre nosotros. Y suceden milagros y
actuaciones sobrenaturales que no se explican desde el conocimiento humano ni
científico. ¿Seguimos buscando justificaciones y distorsionando la realidad?
¿Nos autoengañamos a nosotros mismos traicionándonos y queriendo ver lo que no
es? Posiblemente, ¿estamos entre aquellos que no quieren escuchar y cierran sus
corazones a la Verdad, son capaces de mentir y falsearla usando la demagogia y
el disparate.
¿Cómo se puede decir y argumentar que es el
mismo demonio – Beelzebul – quien echa a los demonios? ¿Se puede entender que
un reino se divida y luche, entre y contra sí mismo? Pues, de la misma manera
hoy sucede algo parecido. Aprovechan cualquier oportunidad que tengan para
desprestigiar, no escuchar y, menos, abrirse a la fe y la Palabra que anuncia
la Buena Noticia. Se fundamentan en los mismos disparate y contradicciones que
aquellos del tiempo de Jesús. Tratan de acallar las voces que proclaman la
justicia, la verdad y el amor. Tratan de dividir para confundir y destruir.
Jesús nos llama a la unidad. El mal nos persigue y nos acecha. Aprovecha esos momentos de debilidad para tentarnos y seducirnos. Y, si estamos alejados del Señor, tiene muchas posibilidades de vencernos. De ahí, no solo la importancia de estar en el Señor, sino lo fundamental e imprescindible que es. Por tanto, permanezcamos unidos y en el Señor. Venceremos con y por su Gracia.
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