Quizás
pensamos que la parálisis no nos afecta a nosotros. Nos movemos con facilidad y
vamos donde nos apetece. Pero, hay parálisis, si no visibles, si que
posiblemente no consideramos parálisis, pero lo son y nos paralizan nuestro
corazón hasta el punto de, sin darnos cuenta, estar sometidos a lo que en él
metemos. Y es que llenamos nuestros corazones de apetencias, de afanes, de
ambiciones, de poder, éxito y riquezas de este mundo que no nos liberan, ni nos
dan libertad. Todo lo contrario, nos esclavizan y nos paralizan quedándonos a
merced del demonio, príncipe de este mundo.
¿Somos
conscientes de nuestras parálisis? ¿Nos experimentamos paralizados por muchas
cosas de las que dependemos hasta el extremo de incidir en nuestras vidas? ¿No
nos damos cuenta qué el tiempo pasa y, quizás cuando vayamos a reaccionar sea
ya un poco tarde? Nunca perdamos de vista que el tiempo es oro.
¿Buscamos
con insistencia y perseverancia nuestra sanación y libertad? Solo hay uno que
puede liberarnos de las parálisis de nuestros pecados que provoca en nosotros
la condenación eterna. Busquémosle perseverantemente y confiados en que nos
escuchará y atenderá liberándonos de nuestras parálisis.
Manuel se sentía bien, era libre y experimentaba que podía decidir por sí mismo. Estaba en esos pensamientos cuando se dijo «se hace duro cumplir cada día con los compromisos que has ido adquiriendo en la vida. Sobre todo, con aquellos que crees que te sientes comprometido a realizar. De pronto, le vino un pensamiento: ¿soy yo libre?»
Al ver que Pedro se acercaba, le preguntó.
―Pedro,
¿te consideras una persona libre?
La
pregunta cogió a Pedro algo despistado. No esperaba esa salida de Manuel y le
era difícil, así, sin pensarlo detenidamente, dar una respuesta.
―¿Qué
te ocurre? ¿No te sientes tú libre?
―Meditaba
al respecto ―respondió Pedro.
Posiblemente, me decía, me considere libre pero, pensándolo bien, creo
que hay muchas ataduras que me impiden ser como me gustaría ser.
Pedro, auxiliado por la respuesta de Manuel, experimentó que esa era la respuesta que buscaba. Indudablemente, pensó, «hay muchas parálisis escondidas dentro de nosotros que no vemos y que nos coartan nuestra actuación.
Cierto es,
ResponderEliminarUn fuerte abrazo en Xto.Jesús.
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