Jesús,
el Hijo de Dios, ha bajado a este mundo, y lo ha hecho para anunciarnos que
Dios Padre nos quiere. Viene de parte del Padre, a y con quien se siente muy
unido hasta el punto de comunicarnos y transmitirnos todo lo que del Padre ha
recibido. Y nos anuncia que, quienes crean en Él lo harán también en el Padre.
Y, en consecuencia, tendremos vida eterna plena de gozo y felicidad. Por lo
tanto, creamos con gozo y alegría que verdaderamente estamos salvados por el
Amor Misericordioso e Infinito de nuestro Padre Dios.
―Es
un misterio inalcanzable para nuestra mente ―dijo Pedro―. Inalcanzable hasta el
punto de que no podemos entenderlo ni explicárnoslo. Simplemente, creerlo.
―Evidentemente
―afirmó Manuel―. No nos damos cuenta del Tesoro que tenemos en Jesús – Rostro del
Padre – que, no sólo nos anuncia el Amor Misericordioso de su Padre, sino que
da su Vida para salvar la nuestra. ¿Se puede entender esto?
―Tomar
conciencia de que estamos salvados y que todo ha sido puesto en nuestras manos
es el mayor Tesoro que podamos encontrar. Y no está lejos. Es más, está dentro
de cada uno de nosotros, en lo más profundo y recóndito de nuestro corazón.
Simplemente, dejar escapar todo ese amor que, semejante al de Dios Padre, ha
sido puesto en él por la mano de Dios.
―¿Amor
dices ―respondió Pedro.
―Sí,
Pedro. Amar es todo lo que necesitamos. Ese amor que, sembrado y cultivado en
nuestro corazón, dará esos frutos de amor que, semejantes al Amor de Dios,
indudablemente, por su Gracia, nos darán esa felicidad y vida eterna que
buscamos.
Todo
estaba dicho, no hay que preocuparse por las cosas de este mundo. En él no está
lo que buscamos, ni a él pertenecemos. Ni nada ganaremos ni, tampoco,
perderemos afanándonos y dejándonos seducir por las cosas de aquí abajo. Solo
importa lo de arriba y eso está todo contenido en el amor. Pues, por Amor somos
salvados, y, con y por amor, nos salvaremos. Y, observemos, el anuncio que nos
trae Jesús, el Hijo de Dios, es simplemente amarnos como Él nos ama.
«Ambos amigos se congratulaban y pensaban que la conclusión a la que habían llegado era la verdadera. Y lo notaban al sentir interiormente gran gozo y alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.