sábado, 15 de octubre de 2022

DICEN QUE LA DISTANCIA ES EL OLVIDO…

Mt 11, 25-30

Es cierto que la distancia nos invita a olvidarnos los unos de los otros. Distanciarnos supone separarnos y dejarnos, no solo de vernos sino también de hablarnos. La oración es simplemente el sostenernos en ese contacto diario, constante y perseverante con aquel que sabemos se interesa por nosotros y nos ama con una locura misericordiosa. La oración es el arma que persigue y busca no olvidarnos ni separarnos del aquel que es Camino, Verdad y Vida, y nos sostiene con un amor infinito y misericordioso.

Es evidente que si perdemos ese contacto dialogante en oración diaria, perdemos nuestra relación de confianza, de amor mutuo y de perfección. Porque, es, precisamente en esa oración diaria donde se va fraguando nuestra conversión, donde el Señor va modelando nuestras ansias de perfección y de ser reflejo de ese amor con el que Él nos ama. Queda meridianamente claro que orar es, no solo vital, sino el vehículo por el que podemos dejar que Dios Padre actúe en nosotros.

Y orar no será, luego, decir palabras, recitar oraciones o cumplir con ritos y normas. Orar es mantener un diálogo con el Señor donde nosotros somos los alumnos y Él, el Maestro. Nosotros somos el barro y Él, el Alfarero. Todo consiste en dejarnos moldear. Él éxito está garantizado. Es, pues, evidente que nuestra responsabilidad es total porque, creados libres, dependerá de nosotros dejarnos moldear o moldearnos según nuestros intereses.

Las dificultades son obvias, pero la cuestión está contenida en las últimas palabras de este Evangelio del día de hoy: Mt 11: 28Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. 29Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS.…

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