Mt 11, 25-30 |
Es
evidente que si perdemos ese contacto dialogante en oración diaria, perdemos
nuestra relación de confianza, de amor mutuo y de perfección. Porque, es,
precisamente en esa oración diaria donde se va fraguando nuestra conversión,
donde el Señor va modelando nuestras ansias de perfección y de ser reflejo de
ese amor con el que Él nos ama. Queda meridianamente claro que orar es, no solo
vital, sino el vehículo por el que podemos dejar que Dios Padre actúe en
nosotros.
Y
orar no será, luego, decir palabras, recitar oraciones o cumplir con ritos y normas.
Orar es mantener un diálogo con el Señor donde nosotros somos los alumnos y Él,
el Maestro. Nosotros somos el barro y Él, el Alfarero. Todo consiste en
dejarnos moldear. Él éxito está garantizado. Es, pues, evidente que nuestra
responsabilidad es total porque, creados libres, dependerá de nosotros dejarnos
moldear o moldearnos según nuestros intereses.
Las dificultades son obvias, pero la cuestión está contenida en las últimas palabras de este Evangelio del día de hoy: Mt 11: 28Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. 29Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS.…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.