Resulta más fácil
y hasta cierto punto más cómodo privarse de algo durante este tiempo cuaresmal
que tratar de vivir en actitud de bondad, misericordia y generosidad. Resulta
más fácil y cómodo cumplir con ciertos ayunos que vivir en una actitud de
servicio, disponibilidad y desprendimiento.
Es evidente que
tanto la privación como la disponibilidad por amor son actitudes de ayuno y
sacrificio, pero al Señor le gusta más la de estar disponible, por amor, al
servicio a quienes lo necesitan. Porque, no se trata de privarte sino de darte.
Es posible que al dar tú te prives. Es ese el verdadero ayuno.
Y un ayuno que se hace desde la voluntad de amar, de servir y de corresponder al amor que recibimos de nuestro Padre Dios. Un ayuno que se vive cada día desde la alegría de estar cooperando en la construcción de un mundo mejor, más justo, verdadero y misericordioso. No se trata, pues, de privarnos sino de darnos y compartir. Es la respuesta a: «Misericordia quiero y no sacrificios» (Mt 9,13). Y es evidente que eso se hace con gozo y alegría, porque en el dar encontramos esa paz que nos llena precisamente de ese gozo y alegría que llena plenamente nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.