Sí, la llamada es
para ti porque tú, igual que yo, eres un pecador. Ese es nuestro letrero, la señal
que nos identifica y une a todos: «somos pecadores». Y, precisamente, esa condición de pecador nos salva.
Porque, quien no se reconoce pecador se condena. Jesús ha venido a salvar a los
pecadores y, por eso se reúne con ellos. Quienes rechazan reunirse con Él y le cierran
la puerta de su corazón, ¿cómo entonces pueden salvarse?
Hoy el Evangelio
nos muestra como Jesús se fija en Leví – Mateo – y le llama. Va a su casa y
come con un gran número de publicanos y otros, dice el Evangelio. También a ti
te ha pedido que lo invites y le abras la puerta de tu casa. ¿Te has parado a
pensar en ello? Quizás has denegado ya muchas invitaciones pero, a pesar de
ello, Jesús seguirá invitando a que le abras la puerta de tu corazón. Él ha
venido a por ti, pero necesita que tú le abras la puerta de tu casa.
De ahí que la fe
es imprescindible. Necesitas fiarte de la Palabra del Señor. No busques ni
pidas pruebas porque, ¿tendría sentido? ¿Para qué entonces el sufrimiento y muerte
de cruz del Señor? Si el Señor nos muestra su Divinidad y nos convence en un
abrir y cerrar de ojos, ¿para qué el plan de Dios? No hubiese hecho falta nada.
Nuestro Padre Dios ha pensado de otra forma y quiere nuestra participación, empezando por que nos fiemos de Él y creamos en el Hijo enviado. Y eso depende de ti como también dependió de Leví. Él respondió, ¿y tú?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.