(Mc 5,1-20) |
Lo que prima en nuestra sociedad son los intereses materiales. Un programa político, lo primero que mira es la economía, el empleo, los sueldos y pensiones; la sanidad, la educación pensando más en lo profesional que los valores y poco se deja para el espíritu. Es lo que ven nuestros ojos primero y a lo que damos la mayor importancia.
Sin embargo, esas cosas materiales son caducas y desaparecerán tarde o temprano, más las espirituales permanecerán siempre, pero no las cuidamos ni les prestamos gran importancia. Y siempre ha sido así. A aquella gente le importó más los cerdos que la salud del endemoniado o de otros enfermos. Pero, es que hoy sigue siendo igual o peor.
No interesan los niños concebidos en el seno de sus madres, antes los intereses económicos. No interesa el hambre y la esclavitud de muchos niños y mayores que padecen carencias de todo tipo, antes están nuestros intereses y bienestar. Sigue ocurriendo lo mismo que en el tiempo de Jesús. Él puso al hombre antes que el sábado y las leyes, y nosotros lo hacemos al revés, primero las leyes, los intereses y después el hombre.
Para el hombre su egoísmo es siempre lo primero. Busca satisfacerse pero siempre queda insatisfecho e infeliz, y cada vez más vacío y desesperado. Su ceguera es tal que no ve que dentro lleva el secreto de su felicidad y eternidad: un corazón lleno de amor, pero es tanta la basura que le ha echado encima que no lo puede ver.
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