(Lc 9,18-24) |
La pregunta es directa. Se trata de que des una respuesta. No se te exige, sino se te invita a darla en verdad y responsabilidad. No consiste en decir que crees, ni tampoco que estás bautizado y eres católico. ¡No!, Jesús no busca en eso en nosotros. Nos pregunta por el compromiso de nuestra fe adquirido en nuestro Bautismos y si lo llevamos a nuestra vida con responsabilidad y compromiso.
Porque, decir que creo en Jesús significa que quiero seguirle y vivir tal y como Él me ha dejado su testimonio de vida. Y su herencia de vida en su paso por la tierra fue este: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Ese es el panorama que se nos presenta y el que hemos de seguir. ¿Estamos dispuestos?
Porque creer no es decirlo o confesarlo, ni tampoco estar bautizado. Creer es ir dando tu vida cada día en la vivencia diaria de amor a los demás, buenos y malos; amigos y enemigos; ricos y pobres. Pero, con una condición: especial atención a los excluidos y marginados; a los necesitados y pobres. Así que solamente descubrirá tu fe el amor que tu, no digas, sino des a los demás. No hay alternativa ni engaño. Sólo aquel que ama dará testimonio y veracidad a su confesión de fe.
El mensaje es claro y limpio. No hay truco ni engaño, sino amor: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará».
Y yo, Señor, y también espero y creo que tú, queremos salvar nuestras vidas. Porque sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna. Y como Pedro, ¿a quién iremos, Señor? Sólo en Ti encontraremos la verdadera paz y felicidad eterna que buscamos.
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