(Lc 21,5-19) |
El Señor no se anda por las ramas. Habla muy claro y el Evangelio de hoy lo demuestra una vez más: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». Y la pregunta es: ¿No esta sucediendo esto?
El mundo en el que vivimos está amenazado por enfrentamientos que ponen en peligro la convivencia y la paz entre los hombres. Guerras que amenazan destruir el planeta; consumo desmesurado que influyen en el clima y lo alteran. Sólo hace falta encender la televisíon y comprobar la inestabilidad que se cierne sobre el mundo que habitamos. Y esos enfrentamientos nace de las ideologías de nuevos líderes que se erigen como jefes y profetas de un nuevo orden.
La confusión cada vez es más compleja y muchos tratan de apoderarse de la voluntad de los hombres para dirigirlos según sus ideologías amenazando la libertad de poder elegir tu propio camino. Ayer veía en la televisíón un documental sobre la amenaza que vivió el planeta en tiempos de Kennedy y Kruschev que estuvieron a punto de desencadenar una guerra mundial. Vivimos al filo de la navaja y pendientes de que en cualquier momento la tragedia se cierna sobre el mundo.
Realmente la realidad actual se parece a todo esto que Jesús ya nos ha dicho: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo. Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Pidamos luz y fortalece para que en medio de estos acontecimientos no perdamos la senda del camino recto y perseveremos en el Señor.
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