Son
los tres pilares sobre los que tienes que construir y edificar tu vida:
Justicia, Misericordia y Fe apoyados en la Roca que es Jesús. En Él podemos y
seremos capaces de practicar la justicia, la misericordia y abrirnos al don de
la fe recibida, de y por su Amor Misericordioso. Todo lo demás vendrá por añadidura.
Es
de pura lógica que quien práctica la justicia cumplirá con todos los preceptos
y normas que marca la Ley. Es primero ser justo, misericordioso y, por
supuesto, creer firmemente en Jesús, el Hijo de Dios Vivo. Por lo tanto, lo
básico y fundamental es vivir en la justicia, la misericordia y confiados en la
Bondad Misericordiosa de Dios.
Debemos
tener mucho cuidado y estar siempre en estado de alerta con nosotros mismos,
porque, el diablo está al acecho y, aprovechándose de nuestras inclinaciones
naturales a las pasiones, concupiscencias y satisfacciones egoístas, trata de
seducirnos, acomodarnos y vivir en el cumplimiento y práctica olvidando lo
fundamental, el amor. El amor que se concreta en la justicia, misericordia y,
sobre todo, la fe en Jesús.
—¿No
te parece, Pedro —dijo Manuel— sin darnos cuenta nos instalamos en nuestras
propias seguridades y comodidades olvidándonos de lo fundamental, el amor?
—Es,
verdaderamente, un peligro —respondió Pedro.
—Y
muy fácil de caer. Somos propensos al pecado, débiles y fáciles de ser
seducidos. El diablo sabe aprovechar bien esas oportunidades y circunstancias.
—Conviene, por tanto —afirmó Pedro— tener fe y agarrarnos fuertemente al Señor. En y con Él venceremos esas tentaciones y seducciones.
Ese es el camino. Confiados y sustentados por la fe en el Señor, esforzarnos en hacer su Voluntad, tal es vivir verdaderamente en la justicia, la misericordia y confiado en su Palabra. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
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