No te distraiga ni te equivoques. Ese sentimiento, que vive y se despierta al presenciar a alguien que sufre y lo pasa mal, se llama compasión. Y está dentro de ti. ¿Te has preguntado quien lo ha puesto en lo más profundo de tu corazón y que no puedes reprimir cuando te encuentras con alguien necesitado, sufriente y hambriento?
¿No sabes que has sido creado a imagen y semejanza de Dios? ¿Y que Dios es Infinitamente compasivo y misericordioso? Pues, tú, criatura de Él eres semejante y sientes también esa compasión.
¿Qué sucede? Que herida tu naturaleza por el pecado original, te reprimes, te resiste a dar y darte con compasión y amor. Prevalece tu egoísmo, tu comodidad, tu descompromiso, tu avaricia y tus malos sentimientos como consecuencias del pecado. Y te retiras tu compasión aunque no te sientes bien.
Jesús se compadece de los que sufren, de los desorientados y cansados. Y quiere atenderles y orientarle hacia la Casa de su Padre, donde no hay sufrimiento, ni hambre, ni sed ni tampoco cansancio. Allí todo es gozo y felicidad eterna. Pero, necesita tus manos, tu participación y tu generosidad compasiva y misericordiosa, Cada día te lo está pidiendo, No más de lo que Él, gratuitamente, te ha dado. No te resista y responde a su llamada.
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