La cuestión es
enterarte o darte cuenta de que estás salvado. Y salvado significa que has
conseguido eso que tanto buscas, felicidad, gozo y paz eterna. Esa es la
cuestión y no otra. Y tanto es que todo el mundo la busca, lo que no se enteran
o prefiere las cosas caducas de este mundo. ¡Que sí, dan cierta felicidad, pero
no es plena ni eterna. De la misma manera que aparece, desaparece.
Jesús es ese salvador
eterno que buscas. Posiblemente estas ciego. En su vida dio vista a muchos
ciegos, pero fueron ciegos que buscaban la luz, ¡la verdadera luz!, que es la
que alumbra el camino que nos lleva a descubrirle, escucharle y a seguirle.
Porque, una vez que llegas a un profundo conocimiento de Jesús no puedes evitar
seguirle. Y es que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. ¡Y no hay otro!
Si quieres ser
feliz eternamente la cuestión está en escuchar y seguir a Jesús de Nazaret,
porque, Él es el Hijo de Dios que, encarnado en Naturaleza humana, ha venido a
este mundo a anunciarnos esa Buena Noticia de su Padre: el gozo y la felicidad de
vivir eternamente en su Gloria. Y eso fue lo primero que Jesús le ofreció a
aquel hombre que, paralitico en su camilla, fue llevado a su presencia: «Hombre,
tus pecados te quedan perdonados». Y conocemos, por el mismo Evangelio, la
respuesta de los fariseo y maestros de la ley.
Pero, la cuestión es ¿qué pensamos ahora nosotros? Olvidémonos de lo que pensaron aquellos fariseos y maestros de la ley y tomemos nosotros su lugar. ¿Creemos que Jesús blasfemaba como respondieron aquellos fariseos «Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino …» y maestros de la ley? ¿Creemos en Jesús y en su Palabra? Y si creemos, ¿cuál es la razón por la que no le seguimos? No es cuestión de responder aquí sino buscar y respondernos cada uno a nosotros mismos.
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