Estas palabras de
Jesús dejan muy claro su identidad Divina: Se identifica con el mismo nombre del
Dios de Moisés: Yo soy. Sin lugar a duda, Jesús nos está diciendo que Él y el
Padre son uno solo, y de Él y el Padre se desprende el Espíritu Santo que nos
acompaña en el camino de nuestra vida. Por eso, desde nuestro bautismo somos
acompañados por nuestro Señor Dios y Creador en el Espíritu Santo.
Está tan claro que
no verlo es cosa del diablo que nos ciega. Y es que cuando nos empeñamos en
seguir el cauce de nuestra razón, nuestra mente queda embotada, limitada y
empequeñecida, porque por ella nunca podremos entender la grandeza de nuestro Señor
y Padre Dios.
Por nosotros mismos nunca podremos conocer ni entender a nuestro Padre Dios. Nuestra razón no entenderá nunca la grandeza ni el misterio de Dios. Y, ella, nos llevará a razonamientos humanos que nunca serán misericordiosos ni gratuitos. Sólo, abiertos a la acción del Espíritu Santo, podremos ver y creer en el misterio de la encarnación y de la existencia de Dios. Hablamos del don de la fe, que sólo lo puede dar Dios cuando tú eres capaz de despojarte de esa razón que te limita y no te deja descubrir la grandeza y el misterio de nuestro Padre Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.