(Lc 14,15-24) |
No basta con sólo recibir la invitación, que está echada, sino lo más y verdaderamente importante es aceptarla. Sin embargo, se presentan muchas dificultades porque no descubrimos la importancia de esa invitación. Somos capaces de rechazarla por una boda, por un campo o por probar cinco yuntas bueyes...
Hoy quizás los motivos serán otros: un partido de fútbol, un negocio, una cita amorosa, un museo, un coche...etc. Lo verdaderamente cierto es que le damos calabaza al Señor porque buscamos nuestra felicidad en otros lugares. Porque ese es el verdadero motivo. Pensamos que el partido de fútbol, el negocio, el sexo, el arte, coches u otras cosas nos pueden dar la felicidad y, a pesar de nuestra experiencia negativa respecto a que no la conseguimos en esas cosas, seguimos insistiendo como burros.
Eso deja al descubierto nuestra esclavitud y sometimiento al demonio, porque no se entiende de otra forma nuestro empecinamiento, ceguera y necedad al despreciar nuestro mayor Tesoro, la felicidad eterna que nos promete Jesús invitándonos a su Banquete. Por eso, son aquellos, los que no tienen nada, y poco a que apegarse, los que aceptan la invitación y acuden al Banquete.
Despertemos a la invitación al único y verdadero Banquete que es el gozo y la felicidad eterna que Jesús, por envío del Padre, nos hace a cada uno de nosotros. No nos dejemos embaucar por espejismos hermosos que esconden la verdad y nos tienden la trampa para que desoigamos la llamada amorosa y de salvación de nuestro Padre Dios.
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