miércoles, 5 de noviembre de 2014

NO HAY DOS PRIMEROS

(Lc 14,25-33)

No sigues varios caminos, ni por varios caminos se llega al mismo lugar. Eso es posible en la realidad geográfica de este mundo, pero no es válido para seguir a Jesús. Sólo hay un camino que conduce a la Verdad y que nos lleva a Jesús. Y ese camino está por encima de todos los demás.

Incluso de padres y madres, de mujer e hijos... Hasta de su propia vida. Seguir a Jesús no tiene matices ni doble significado. Seguir a Jesús es Jesús por encima de todo, hasta de la propia vida. Y este compromiso exige una reflexión serena, meditada y seria, pero no exenta de luz. Tenemos al Espíritu Santo que nos ayuda e ilumina para ver claro y abrir los ojos.

¿Qué realmente queremos y buscamos en esta vida? ¿No queremos vivir para siempre? ¿Y no queremos hacerlo gozosamente y plenamente feliz? ¿Dónde entonces lo buscamos? ¿El mundo, este mundo, nos lo ofrece? Luego, si experimentamos a lo largo de nuestra vida que aquí no lo vamos a encontrar, ¿por qué no buscamos en otro lugar?

¿Conocemos a Jesús? ¿Sabemos lo que Él nos propone y cómo? ¿Puedes demostrar que no ha resucitado? Luego, ¿por qué no indagas y buscas? Las respuestas que buscan y deseas están en Él. Esa, al menos es mi experiencia y la de muchos que se esfuerzan en seguirle. Siéntate, piensa, medita y haz tus cuentas, porque con las de este mundo no te sale y no terminarás de construir la casa que quieres, y al final perderás todo y harás en ridículo más espantoso.

La vida se gasta pronto, y si abrimos los ojos podemos advertir que la estamos gastando inútilmente, porque con todo el gozo que hemos logrado no seremos capaces de ser felices plenamente. Y de eso se trata, de ser feliz para toda la vida. ¿No lo crees así?

Y mi experiencia es que existe esa promesa y ese lugar. Y esa Persona que nos guía y nos promete llevarnos, porque, Él, ha dicho de sí mismo que es el Camino, la Verdad y la Vida. Y yo lo creo firmemente.

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