(Mc 1,29-39) |
Jesús nos enseña como debemos actuar. Está en el mundo y no se aparta de él. Atiende a los que solicitan sus curaciones y consuela a los afligidos y tristes. Nos dice que no debemos aislarnos del mundo, porque precisamente, es en el mundo donde podemos dar plenitud al mandato del amor.
¿Dónde, sin no, podemos dar amor sino en el mundo? No podemos alejarnos ni excluirnos, porque es ahí donde nos necesitan. Pero, Jesús nos señala el camino para no dejarnos engullir por las ofertas, tentaciones y comodidades que el mundo nos presenta. Son peligrosas y en el menor descuido nos traga.
Jesús busca espacios de oración y de intimidad con el Padre. La tarea está dividida en el trabajo de servicio y atención a los necesitados, pero en la intimidad y relación constante con el Padre. El Espíritu de Dios que nos fortalece y nos da la fuerzas y la Gracia para, sin dejarnos tentar, realizar nuestra misión.
Jesús se ve asediado, buscado por todos que le persiguen para ser curados. Hoy nos ocurre igual. Acudimos al Señor cuando estamos heridos, pero en la salud y bienestar no nos acordamos de su presencia. Eso nos descubre que son los pobres los que se acercan y escuchan al Señor. Y por eso no debemos dejarnos seducir por las riquezas ni por los placeres, porque nos vuelven egoístas y nos apartan del servicio a los demás.
Te pedimos, Señor, nos cure de la fiebre de la comodidad, del placer y el egoísmo y nos des la fortaleza y capacidad de estar disponibles a la escucha, al servicio y a la entrega de las necesidades de los demás. Amén.
Sí, necesitamos ser curados de la comodidad, del aburguesamiento, de la rutina y de todo lo que nos impide hacer las cosas por amor, que es la única razón válida.
ResponderEliminar