sábado, 5 de septiembre de 2015

EL HOMBRE, CRIATURA DE DIOS

(Lc 6,1-5)


El hombre es la criatura de Dios, la criatura a la que sometió toda la Creación. Todo fue creado en función del bien del hombre, y para que, el mismo hombre, lo admistrara para gloria de Dios. Las leyes no están para someter al hombre, sino para bien de él. De modo que deben adaptarse para beneficio y provecho del hombre.

El Evangelio de hoy nos cuenta como David, contraviniendo la ley, da de comer a sus compañeros los panes del templo, que solo pueden comer los sacerdotes. Igual hacen los discípulos en sábado con las espigas que toman del campo por donde pasan cuando iban con Jesús.

Primero las necesidades vitales del hombre, como es el hambre, que la ley no puede someter a su rigor y disciplina. El sábado está para servir al hombre, y no lo contrario. Y sucede que hoy no es el sábado, sino pero todavía, la economía. Se somete la vida del hombre en función del consumo. Todo gira en orden al interés económico.

Ya no es solamente el sábado, sino también el domingo, día del Señor, donde el hombre queda esclavizado por los intereses egoístas de la economía y el poder de unos cuantos que someten a los pueblos. Interés económico que destruye a la familia y la convivencia fraterna. Podríamos decir que la nueva ideología marxista no es el comunismo, sino que ahora recibe otro nombre: el interés económico, o mejor, el consumo y la economía.

Ese es ahora el sábado de nuestro tiempo. El hombre queda maniatado a merced del depredador económico que sólo pide y exige dinero y beneficio, y con el dinero, alcanzar poder. Son los nuevos fariseos de nuestro tiempo.

Pero la pregunta no es senciilla, y también nos afecta a nosotros. ¿Vivimos también nosotros de acuerdo con esas leyes? ¿Vivimos nosotros sometidos al interés económico? ¿Somos nosotros esos fariseos que descubrimos en pleno siglo XXI?

Pidamos al Señor la Gracia de liberarnos de tal esclavitud, y vivir como prioridad de nuestro camino y vida el Amor a Dios y al prójimo.

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