domingo, 7 de mayo de 2017

PUERTA Y MIRADA

(Jn 10,1-10)
Conocer la puerta por donde debemos entrar es importante, pero hay que encontrarla y eso implica tener buena vista y mirarla bien. Porque en nuestro camino mundano hay muchas puertas. Algunas, incluso, se te ofrecen prometiéndote felicidad y placer. El peligro está en saber discernir y mirar, porque sólo hay una buena, que guarda el verdadero y único Tesoro que realmente todos buscamos.

Jesús nos habla hoy de pastor y puerta, y, al respecto, nos dice: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas».  Todos sabemos que el que va por la vida ocultándose, escondiéndose y aparentando, no tiene buenas intenciones. La verdad y las buenas intenciones no necesitan esconderse, sino todo lo contrario. Buscar la verdadera puerta es expresión y manifestación de verdad, de buenas intenciones y de verdadero Pastor.

Jesús, aprovechando este ejemplo, se declara como el Buen Pastor: 
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Jesús es el verdadero Pastor, que nos cuida y nos protege y que nunca nos deja solo. Él camina delante de nosotros y nos guía y nos conduce a lugares donde hay buenos pastos y nos llenan plenamente. Él ha venido para darnos la Vida. Esa Vida Eterna que todos buscamos y que muchos, perdidos y encerrados a sí mismo, no encuentran.

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