Mt 5,20-26 |
No es cuestión de cumplir los preceptos mandados. La medida del amor no está sujeta a unas reglas o normas que lo encasilla y determina. El amor es desmesurado y generoso. Llega a todas partes y se manifiesta en todo lugar y circunstancias, y siempre comprende, acoge y perdona. Simplemente, por una sola razón, el Amor es Dios, o dicho de otra forma, Dios es Amor.
La cuestión no consiste en ser buena persona y cumplidora con todo lo establecido y mandado. Eso, indudablemente, es bueno y necesario, pero el amor va más lejos y más profundo. Es humilde, comprensivo, paciente, suave y bondadoso. Es, sobre todo, misericordioso y lo perdona todo. Por lo tanto, no habla mal de nadie; soporta todo con paciencia y está siempre disponible al perdón y la acogida.
La cuestión es que se trata de, no ser como los escribas y fariseos, sino mejores con y por el amor. Jesús nos lo dice claramente hoy en el Evangelio: «Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos».
Por tanto, no se trata de cumplir, sino de amar misericordiosamente, porque es de esa manera como nos ama nuestro Padre Dios y como quiere que amemos también sus hijos.
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