miércoles, 10 de agosto de 2011

NOS EMPEÑAMOS EN HUIR DEL DOLOR (Jn 12, 24-26)


Es lo que buscamos, calmar el dolor, porque el dolor nos hace sufrir. Nadie quiere sufrir, eso es natural a nuestra propia naturaleza, pero, ¡todos!, sabemos que el sufrimiento es algo que no podremos evitar. Algún día tenemos que sufrir, y, más de lo que creemos, pasamos insatisfechos e inquietos en busca de la paz y la felicidad.

No solamente de forma física, sino también psíquicamente padecemos muchos dolores. Nos duele el cuerpo, pero también el alma. Y experimentamos que sólo después del sufrimiento aceptado y asumido como medio de purificación y crecimiento, encontramos la paz y la serenidad del gozo buscado. 

La muerte de nuestro propio yo nos eleva y nos satisface plenamente. Indudablemente, nos produce dolor, pero sólo detrás de ese dolor, de esa cruz, existe y se encuentra la alegría del gozo eterno. Por eso, no hay otro camino, JESÚS nos dice hoy que el que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna.

SEÑOR, ayúdanos a descentrar objetivos y miradas. Ayúdanos
a desapegarnos de todo aquello que nos contamina, que
nos hace pensar sólo en nosotros y olvidarnos de
los demás. Amándonos sólo a nosotros,
¡nos perdemos!

No permitas, DIOS mío, que me aparte de TI, pues sin TI
no sabré encontrar el Camino que me ayude a morir
y dar frutos. amén.

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