Nadie duda que perdonar se hace difícil, pero todos sabemos que cuando perdonamos nos sentimos mejor que cuando no lo hacemos. Hay una diferencia, y es que habiendo perdonado alcanzamos la paz de sabernos querido y no odiado. La misericordia siempre será lo mejor que podamos hacer.
Precisamente, el problema de este mundo es el perdón y la misericordia, pues de aplicarse todo iría mejor. ¿No lo creen así? Porque la misericordia y el perdón animan a otros a perdonar como ello fueron perdonados. Es así como nos lo manda practicar JESÚS y nos enseña lo que no se debe hacer, y sus consecuencias, en la parábola que nos cuenta.
Ello no supone que, porque sea perdonado, vaya a aprovecharme, pues sabemos que sucederá en ese caso. También la parábola nos deja claramente expuesto que pasará a quienes no perdonen como son perdonados.
Dame la fuerza, el valor y la voluntad de empeñarme
en perdonar a todo aquel que pida mi perdón,
y que me haya faltado, pues TU, mi
SEÑOR, me has perdonado
todas mis faltas. Amén.
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