sábado, 8 de marzo de 2014

TODOS SOMOS LLAMADOS

(Lc 5,27-32)


En lo más profundo de nuestro ser palpita un gran deseo: felicidad y eternidad. Todo ser humano, por el hecho de ser hijo de Dios busca la Casa del Padre. Allí ha experimentado que es feliz en contraposición a la experiencia que guarda del mundo.

Ese inmenso deseo se convierte en llamada que nos mueve constantemente a la búsqueda de la verdad, porque en ella encontramos la libertad y la felicidad. Descubrir, como Leví, que Jesús es ese Camino, Verdad y Vida plena que todos buscamos, es la experiencia del encuentro que todos ansiamos, porque en Él vivenciamos esa felicidad y ese amor que anhelamos.

Ese tesoro vocacional duerme dentro de nosotros y despertarlo significa responder a esa llamada que mora dentro de nuestro corazón y que nuestro Padre Dios ha sembrado en él.

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