Mt 25, 1-13 |
Sin darnos cuenta nos estamos preparando cada momento de nuestra vida. Nos cuidamos de comer saludable; nos cuidamos de hacer ejercicios; nos cuidamos de tomar el descanso necesario; nos cuidamos de aprender para desempeñar un trabajo que nos procure el sustento diario y constantemente nos estamos preparando para vivir mejor. Cuidamos nuestro rostro y procuramos tener la mejor imagen. Y hasta nos hacemos un seguro para prever lo inesperado y estar preparado. Toda la vida estamos preparándonos para que no nos pase nada y superar el peligro o la tragedia.
Sin embargo, ¿nos preparamos para estar en gracia de Dios? ¿Nos preparamos para que cuando llegue el esposo, tal y como nos describe esta parábola, tener nuestras lámparas bien asistida de aceite? Queda muy claro que necesitamos estar preparados para alcanzar el Reino de Dios. Aunque es proclamado y ofrecido a todos, no se entra de cualquier manera. Se exige tener fe, pero no una fe adormecida o apagada, y eso nos puede ocurrir cuando nuestra lámpara se queda sin aceite y se apaga.
La fe hay que cuidarla, porque se puede tener, pero puede quedarse adormecida, instalada, cómoda y, poco a poco irse apagando. Y una fe que no alumbre y que no permanezca encendida deja de ser fe. Pero, nos preguntamos, ¿cómo la encendemos? La respuesta queda enseguida descubierta. Al igual que la lámpara se encienden con aceite, nuestra fe la encendemos con nuestras obras. Obras que van expresando y descubriendo que nuestra fe está viva, late, y se manifiesta en el trato con los demás y en el servicio a los demás.
Una fe que es personal y no se puede dar sino compartir, pues es un don de Dios, pero sí la podemos pedir y cuidarla con nuestras obras de cada día en relación con los demás. Porque, nuestras obras son como el aceite para la lámpara. Sin obras nuestra fe se apaga, por tanto, tratemos de sostener nuestra fe viva, encendida con obras que encienden nuestros corazones y los mantienen llenos del Amor de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.