martes, 31 de agosto de 2021

Y YO, ¿QUÉ PIENSO DE JESÚS?

 

Nadie puede negar lo sublime de la Palabra de Jesús. Su autoridad es innata, sorprendente y diferente a todas las conocidas. Impacta esa forma de hablar y de referirse con naturalidad a las cosas diarias de cada día dándole una dimensión sobrenatural, divina que llega al corazón de aquellos que le escuchan. Sin embargo, la reacción de muchos es de rechazo y de malestar. Y es que la verdad siempre compromete y molesta a aquellos que, instalados en la comodidad, les plantea el reto de descubrir sus intereses y mentiras.

Nos puede suceder también a nosotros, la Palabra que nos anuncia Jesús nos cuestiona y no impulsa a salir de nosotros mismos para descubrirnos a los demás en la verdad y la justicia. Y verdaderamente eso molesta e incómoda. ¿No es así? Yo, honradamente, experimento ese compromiso de exigirme salir de mí mismo para darme en verdad, justicia y amor a los demás, a los más necesitados. ¿Y quiénes son los más necesitados?

Pues, eso que necesitan atenciones, una palabra de compañía, de alivio o de comprensión. Jesús curaba y sanaba a muchos enfermos y expulsaba a espíritu inmundos. Quizá nosotros no podemos o no estamos llamado a eso, pero, si podemos estar dispuestos a ayudar y a servir en la medida de nuestras posibilidades, y, saber que con Jesús podemos hacer cosas mayores aún - En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores qu... Jn 14, 12. Todo en el Señor nos es posible, porque Él es el Hijo de Dios hecho hombre. 

¿Acaso Tú, Señor, vienes a aniquilarme o, por el contrario buscas mi felicidad y mi salvación? Entonces, ¿por qué mi desconfianza y rechazo? Sí, la respuesta está dentro de mí. Mis egos me impiden ver tu Amor, Señor, y que verdaderamente vienes a rescatarme y liberarme de ese egoísmo - pecado - que me corroe y pudre interiormente impidiéndome ver tu bondad y tu Amor. Necesito ser paciente, perseverante y doblegar mi voluntad. Esa será la prueba y la exigencia de demostrar mi fe, el esfuerzo por no alejarme de ti y permanecer a tu lado.

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