domingo, 8 de junio de 2008

UN MUNDO MEJOR PARA TODOS


Hay un adagio que dice: "nunca es tarde sí la dicha es buena", o "mientras hay vida, hay esperanza". Realmente es verdad, en todo esto está contenido la sabiduría del pueblo vivida a lo largo de la tradición popular y la experiencia.


Evidentemente, mientras haya vida todo lo demás es secundario; todo lo demás pasa a segundo orden, porque en esos momentos la vida es lo fundamental, sin ella nada se puede emprender, arreglar o enmendar. Primero la vida y, luego, todo lo demás se arreglará como se pueda.


A menos que pensemos un poco, y estamos muy necesitado de pensar y reflexionar, nos damos cuenta que todo lo que atesorémos aquí, en este mundo, aquí se va a quedar. También nuestras ilusiones, deseos, anhelos y nuestras esperanzas en minúsculas. Todo lo de este mundo es finito, temporal, con fecha de caducidad.


Todos sabemos que esto es así, pero la novedad es que no nos detenemos a pensar en ello con seriedad y, sobre todo, con responsabilidad. Y esto significa que de hacerlo en esa actitud nuestro comportamiento debe, enseguida, empezar a buscar un rumbo nuevo en los valores e ideales que tenemos en nuestra vida. Porque al final, por tú línea de conducta, por tu empeño en poner tus esperanzas, por tus metas a conseguir estas definiendo tu esperanza final, tu esperanza vital, tu esperanza con mayúscula.


Observamos lo que pasa a nuestro alrededor. Asistimos a el último adiós a amigos, conocidos, familiares y, quizás, por miedo a enfrentarnos con la única realidad, no nos atrevemos a mirar cara a cara la auténtica verdad de nuestra vida y fin. Visitamos enfermos y otro tanto lo mismo; leemos sucesos, accidentes, muertes, tanto de personas de edad como jóvenes y seguimos impávidos. ¿Qué nos pasa?


No podemos ocultar la realidad: "al final de nuestra vida nos examinarán del amor". Creas lo que creas; pienses lo que pienses, no hay otra realidad. Todo acabará aquí para empezar un vida gloriosa o no según nuestra conducta y nuestra fe en este mundo temporal y finito. De otra manera esta vida no tendría sentido. De otra manera la esperanza no tendría sentido, porque creer y esperar en algo que termina y tiene sus días contado, dime que esperanza es.


¿Qué nos ocurre? Puede ser que no tengamos la paciencia y Esperanza de saber esperar y creer en lo prometido y en QUIEN lo ha prometido. Estamos invadido y esclavizados por los apegos y la inmediatez de los mismos. Cada día más, en la medida que avanza la tecnología, queremos juntar el deseo con la respuesta inmediata a ese deseo. Jugamos sin saberlo a Aladino y la lámpara maravillosa: froto y basta. Y el sufrimiento, la espera, la paciencia, en definitivo, la fe, se debilita más y más. Y, alternativamente, vamos creyendo más en el hombre, porque él si nos responde inmediato.


Pasamos a adorar a la criatura en lugar de adorar al CREADOR. ¡DIOS mío! ¿Cómo se pude a adorar a algo corrupto como yo que está destinado a acabar, a terminar? Porque mira que hemos adelantado, pero la muerte, el fin está ahí esperándonos. Hoy mismo he leído una reflexión del padre Cristian, en su blog la vida, sobre la enfermedad y la finitúd, porque en realidad somo eso: seres finitos. Y eso nos da miedo y nos asusta. Sólo DIOS nos da esperanza para luchar en medio de las desesperanzas, valga el contrasentido, con la fe puesta en un mundo mejor, pleno y eternamente feliz en su presencia.
Es verdad que los padecimientos y sufrimientos, todos, y sobre todos lo buenos, nos van a costa mucho y nos pondrán el camino difícil, pero la victoria de la vida, lo que todo anhelamos, sobre la muerte; de la felicidad plena sobre la felicidad finita, y muchas veces más infelicidad, compensa y nos llena de esperanza.
Tiene sentido purificar y dignificar nuestra dignidad de persona. Tiene sentido levantarnos y volver a la Casa del PADRE, al Camino perdido.

¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!

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