domingo, 28 de junio de 2009

LAS OBRAS DE LA FE.



La labor de la Iglesia no pretende ser publicada, ni divulgada, porque su misión no es, tanto que se vea lo que hace, cuanto hacer y remediar las necesidades del prójimo. Su amor deriva en darse gratuitamente y al darse entrega su servicio y su ayuda.

Una fe sin obras, no es realmente fe, sino una teoría. La fe está necesitada de hechos, y los hechos se notan y se ven, no se anuncian, ni se comentan. Precisamente, por eso, hay muchas personas que empeñadas en criticar la labor de la Iglesia, acometen contra ella sin observar que todo lo que se mueve a su alrededor está servido y mantenido por la Iglesia. Da lo mismo quien lo haga, sin quién lo hace es un bautizado y lo hace en CRISTO, con CRISTO, y por CRISTO.

Unas veces serán misioneros que se juegan su vida allá donde estén, y no necesitan, ni pretende ser conocidos por sus obras, sino que sólo quieren dar y que conozcan el don de la Gracia del SEÑOR, que nos ama y busca nuestra felicidad y salvación eterna. Otras veces son las parroquias con sus voluntarios que se desviven en que los necesitados y hambrientos coman y se vistan, y tambien reciban asistencia médica de primeros auxilios.

Voluntarios que viven en tu barrio, que son tus vecinos, que no dicen lo que hacen, ni pretende que los conozcan por lo que hacen, sólo dan parte de su preciado tiempo en entregarse al servicio y trabajo por los demás. Incluso entregando parte de su dinero, cuanto más su valioso tiempo. Y cuantos otros que no se saben lo que hacen, ni lo que ofrecen por construir un mundo mejor.

Es la Iglesia, tan criticada y desconocida por muchos que, sólo la conocen por los curas y por lo bien que viven según ellos. Pero, ahora, en tiempos de crisis es mucho más transparente su labor, y mucho más notorio que se descubra y se vea. Siempre se hace y, la Iglesia, lo ha mantenido a través de toda su historia. En sus primeros tiempos, los diáconos nacieron para administrar los asuntos con la caridad, pues los Apóstoles no se bastaban para atender las celebraciones y todo lo demás.




Una cosa podemos constatar, ¿acaso los comedores para los nuevos hambrientos de éste nuestro primer mundo, o las bolsas de trabajo para los parados que ya nada tienen, están surgiendo de los que trata de vivir como si DIOS no existiera? ¿Y no son esos los que gritan los derechos, critican a la Iglesia y viven como mejor les parece y pueden?

"La fe, decía Benedicto XVI, no es una teoría que uno puede asumir o arrinconar. Es algo muy concreto: es el criterio que decide nuestro estilo de vida". Y añadía: "La organización eclesial de la caridad no es una forma de asistencia social que se sobrepone por casualidad a la realidad de la Iglesia, una iniciativa que también otros podían tomar. Por el contrario, forma parte de la naturaleza de la Iglesia".

¿De que sirve que alguien diga: "Tengo fe, si no tiene obras"? ¿Acaso podía salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de ustedes les dice: Idos en paz, calentaos y hartaos, pero no le dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta.

Y, al contrario,alguno podrá decir: ¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe: estas palabras de la Carta de Santiago, después de dos milenios, no pueden ser más actuales. Porque la crisis económica alcanza una profundidad inusitada, tanta como la de la crisis de la fe. Y por ello sólo en el encuentro con un DIOS que se ha querido manifestar, precisamente, en la sublime ternura de las obras de misericordia, se abre paso esa fe que humaniza el mundo

No hay otro camino para superar ésta y todas las otras crisis, habidas o por haber. Porque, no hay orden estatal, dice Benedicto XVI en Deus caritas est, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor. Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre.




Y esto se palpa, se nota, se ve en la Iglesia. Ahora mismo, si no, ¿quienes están alimentando, ayudando, sirviendo, apoyando y sosteniendo toda esta cantidad de ingentes personas paradas, marginadas que no tienen para comer y subsistir? ¿Dónde están los críticos, los que señalan con el dedo, los que hablan de soluciones, de hipocresías, de mentiras, de libertades, de derechos, de justicia...? ¿dónde están?

A la hora de hacer tu declaración de hacienda, piensa que un día tu puedes necesitar que la Iglesia te ayude y te sostenga. Ten seguro que otros no te lo van a dar, porque para hacerlo hace falta encontrarse con JESÚS, que da todo a cambio de nada.

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