Las cosas deben de quedar clara, porque de no hacerlo siempre hay predisposición a pensar mal. Y, cuando digo pensar mal, me refiero a que cuando no se conoce se suelen equivocar todos aquellos que quieren entender lo que ha pasado.
Es lo que ocurrió con JESÚS, si se ignora su origen Divino, no se puede entender que pueda perdonar los pecados. ¿Quén es este? Igual nos ocurre en muchos momentos de nuestra vida con otras cosas. Por ejemplo, todos queremos que nuestra muerte sea lo más tarde posible. Ayer mismo me lo decía un amigo al salir de un funeral. ¡Cuanto más tarde mejor!
Sin embargo, hay una oferta, le decía yo, que nos propone vivir eternamente en plenitud de gozo y felicidad. ¿Dónde? ¡Es la lógica respuesta!, y empeñar todas nuestras fuerzas en buscarla. Pues no ocurre así, se quedan indiferentes e instalados en su resignación, esperando la hora y el momento de su óbito.
¿Se puede entender esto? Desde la más pura razón humana lo lógico es despertar y buscar, pero hace falta fe, confiar y dejarse llevar. Hay razones para hacerlo, porque JESÚS hizo obras para demostrar que ÉL era el HIJO de DIOS, pero la fundamental fue "Resucitar". Y eso no se puede obviar.
Sí, puedes rechazarlo y negarte a creerlo, como los del pasaje evangélico que nos ocupa, pero no puedes negarlo porque ni tú ni yo estamos en condiciones de demostrar que no lo hizo, ni tampoco que lo hizo. Es cuestión de creerlo y creer, primero en ÉL, en su Palabra, y después en aquellos (Los Apóstoles) que lo presenciaron personalmente, y que nos lo han transmitido.
Hoy es momento y hora de pedirle al SEÑOR
la inteligencia y sabiduría necesaria
para alcanzar la luz de seguirle
a pesar de mis dudas y mi
desconfianza.
La fortaleza de superar mis pensamientos
basados en la ignorancia, y la confianza
de dejarme guiar y conducir al
ritmo de sus pasos y
consejos. Amén
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