No entiendo como se puede aspirar a vivir unos años y conformarse con tan poca cosa cuando se tiene delante de las mismas narices una oferta de eternidad plena y gozosa. No entiendo como se puede estar tan ciego hasta el punto de rechazar esa oferta que cumple con nuestros mayores deseos desde lo más profundo de nuestro ser.
Si entiendo que no es fácil recorrer ese camino. Si entiendo que es difícil comprender que la felicidad se encuentra en el servicio, la renuncia, el desprendimiento y el desapego a las cosas que, aparentemente, nos anuncia la felicidad pero que luego nos dejan desencantado y vacíos. Y que el sacrificio y el dolor, de los que huimos, nos resultan muy difícil aceptarlos.
Pero, por ellos encontramos caminos de maduración, de crecimiento personal, de dominio y de firmeza en nuestra voluntad. Gracia a los momentos que nos exigen lucha y fortaleza alcanzamos superarnos y perfeccionarnos. Y es sabido que de inteligentes es vencer la comodidad y las desganas, para ganar en esfuerzo y voluntad para lograr mejores metas. Pues, no hay mejor meta que la que deseamos y llevamos grabada en nuestro corazón: "Vivir eternamente gozosos".
Por eso, los que han elegido, a pesar de sus dificultades, este camino, son los que en verdad manifiestan ser inteligentes. Son los sencillos, pobres y humildes, que necesitan de un PADRE Bueno para poder vivir y llegar a buen puerto. Aquellos otros, los que se la saben todas, los razonadores que a todo colocan el filtro de su razón para darle el visto bueno son los que tropiezan con la dificultad de aceptar la Verdad.
Son los inteligentes que, ¡gran contradicción!, su inteligencia no les deja ver la Única Verdad digna de ser entendida: La que todos buscamos: "Creados para ser eternos en la presencia del PADRE".
Danos la luz para encontrar nuestra pobreza,
nuestra humildad y sencillez en la
sabiduría de sabernos
pequeños e hijos
de nuestro
PADRE del Cielo. Amén.
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