Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Mt 16, 13-19) |
Porque aquella pregunta fue directa para los Apóstoles, y Pedro respondío guiado por el Espíritu de Dios. Pero, ¿qué decimos tú y yo hoy? ¿Nos atrevemos a dejarnos guiar por el Espíritu de Dios? ¿Sentimos en nuestro interior ese impulso que nos invita a proclamar a Jesús de Nazaret como el verdadero y único Hijo de Dios?
Si es así no tengamos miedo, dejémonos llevar por el Espíritu Santo y, como Pedro, proclamemos que Jesus de Nazaret es nuestro Señor, el Hijo de Dios Vivo, que ha venido al mundo para redimirnos y alcanzar para todos nosotros el perdón de nuestros pecados.
¡Pero ese decir sí nos compromete! Tampoco tengamos miedo de comprometernos, pues tenemos la promesa de que el poder del infierno no podrá vencernos. Nuestra victoria está asegurada a pesar de tantas infedilidades. A pesar de tantas dimisiones, fracasos, errores y pecados. Nuestro Padre Dios conocia nuestra naturaleza, y sabía de nuestras debilidades.
Y, conocido eso, Jesús aceptó voluntariamente el hacerse Hombre, y morir, sufriendo y amándonos, por cada uno de nosotros. ¡Dios mío!, ¿no vale la pena decirte "SÍ" como Pedro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.