sábado, 16 de febrero de 2013

PONERNOS EN MANOS DE DIOS

Lc 5,27-32


La conversión no depende de ti, ni tampoco de mí. No por mis propios esfuerzos me voy a convertir. Es posible que  adopte hábitos que me ayuden a fortalecer mi voluntad y mi actitud de conversión, pero la última palabra la tiene el Señor. Es Él quien nos convierte.

Convertirme, dejarme conventir, o lo que es lo mismo, creed en Dios. Es la conversión deseable: despojarnos de nuestras cosas más mundanas; separarnos de nuestro ego y nuestro yo. Cambio profundo de vida; hábitos y costumbres; firvolidades varias; apetitos ciegos; apego en general por el dinero... ¡Dar el salto de Levi a Mateo!

Seguir a Jesús no es tarea fácil. Conversión, giro radical de mente y corazón. El cambio comienza por una fe total, mayor fidelidad, disponibilidad... ¡Delante de Dios absolutamente todo puede esperar! La conversión no es una simple confesión, sino continua y profunda renovación. Renovación interna que afecta y toca sobre todo al corazón. No está en nuestras manos. ¡Es un don de Dios!


2 comentarios:

  1. Seguir a Cristo es una tarea constante, sin mirar atrás, no podemos detenernos ante los engaños del mundo, que con apariencia de bien, nos quiere ocultar el verdadero bien que es el seguimiento de Cristo Jesús.

    Cuando leí por primera vez, unas palabras del Santo Padre, que para servirle a Él, la comodidad no nos puede ayudar

    « Cristo no nos ha prometido una vida cómoda. Quien busca la comodidad, con él se ha equivocado de camino. Él nos muestra la senda que lleva hacia las cosas grandes, hacia el bien, hacia una vida humana auténtica. Cuando habla de la cruz que debemos llevar, no se trata del gusto del tormento o de un moralismo mezquino. Es el impulso del amor, que comienza por sí mismo, pero no se busca a sí mismo, sino que impulsa a la persona al servicio de la verdad, la justicia y el bien. Cristo nos muestra a Dios y, de esa forma, la verdadera grandeza del hombre. »

    DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
    A LOS PEREGRINOS ALEMANES
    Lunes 25 de abril de 2005

    http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/april/documents/hf_ben-xvi_spe_20050425_german-pilgrims_sp.html

    Y es que yo buscaba vivir radicalmente el Evangelio de Cristo, como lo hizo San Francisco de Así, pues leyendo el sacrificio de los Santos Reformadores, como San Pedro de Alcántara, eso me daba fuerza para seguir adelante, pero no me aceptaron los franciscanos de Valencia, pero que yo no pretendía ser reformador, sino servír en todas las tareas humildes del convento. Pues yo sé que nada malo hice, cuando iba por aquellos meses viajando a Valencia.

    Pues mi ideal era también una verdadera conversión, y me falta mucho camino, pero no sé el tiempo que me queda, pero no puedo permanecer ocioso. Sí cuando el Señor me llame y estoy distraído según el mundo, voy a tener muy graves problemas, prefiero pasar mi vida en la oración.

    La decisión del Papa es también mi decisión de lo que quiero hacer en el futuro, buscar un lugar donde me acepten y vivir para el Señor, una entrega constante, personal; pero hasta ahora, no consigo mis propósitos. Aunque no por eso, pierdo la esperanza, la Esperanza para mí, es Cristo Jesús, y a Él, no quiero perderle, ¡jamás!

    ResponderEliminar
  2. Gracias por compartir tus inquietudes, y siguiendo la reflexión que hacemos, pongámonos en Manos del Espíritu Santo para hacer su Voluntad, que es lo que más nos conviene.

    Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.

    ResponderEliminar

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.