(Jn 16,16-20) |
Esa es la batalla de nuestra vida en su paso por este mundo, "días de vino y rosas", como diría el título de esa película protagonizada por Jack Lemmon, pero con la esperanza, en Xto. Jesús, de convertir esos días de vino (felicidad aparente) en días de gozo y felicidad verdadera y eterna que borrarán toda tristeza y sufrimiento.
Estaremos un tiempo, poco tiempo, el que dura nuestra vida, con la sensación de estar solo, de no ver al Señor, pero solo sensación, porque el Señor se ha quedado con nosotros bajo las especies de pan y vino en la Eucaristía. Claro que se nos exige tener fe, tener confianza y confiar, valga la redundancia, en Él, y esa es la prueba, la cruz de nuestra vida: soportar con paciencia, con fe y esperanza todas las tristezas y sufrimientos que la vida nos depara.
Pero sin recurrir a medios artificiales, a añadidos aparentes que ocultan y esconden bajo aparente y falsa felicidad la oferta engañosa de este mundo. Por eso, Jesús, nuestro Señor, que nunca miente y todo lo cumple, nos responde dándonos la esperanza que todos buscamos: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me
veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad
os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis
tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo».
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