No se trata de rezar, de hablar y decir muchas cosas, se trata de vivir lo que se reza. En mi humilde opinión creo que Jesús nos quiere advertir en el Evangelio de hoy que todas las palabras sobran cuando lo que se dice no está en consonancia con lo que se vive.
Rezar no consiste en hablar y decir cosas bonitas, sino en tratar de vivir el amor al estilo de Jesús. Es ese Amor que Jesús proclama y vive, entregándonoslo a nosotros, el amor que nosotros debemos tratar y pedir que seamos capaces de vivir. Por eso el Señor nos advierte de aplicarnos en verborreas y palabras bonitas que luego quedan en el tintero, y nos propone rezar de esta manera:
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre, venga a ...
Se trata de vivir el perdón, perdonando de la misma forma que Jesús nos enseñó a perdonar, hasta el extremo de entregar nuestra vida por amor. Ese es el estilo que Jesús nos propone, vivir el amor al Padre sobre todas las cosas, y el amor al prójimo apoyado en el perdón a los hermanos. Porque es el Amor al Padre lo que nos dará luego la fuerza y la gracia de amar también a los hermanos.
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