(Mt 9,1-8) |
A la hora de proclamar el mensaje, dicho en forma más coloquial: "Venderlo", debemos buscar y utilizar todos los medios o formas que nos puedan ayudar a presentarlo claro y convincente. No lo sé, pero me atrevo a pensar que Jesús utiliza esta picaresca, entre paréntesis, para llegar de forma más clara a la gente.
Sabe que los hombres no entienden sino de curaciones, de economía y de valores materiales. No miden sino por lo que ven, y lo espiritual, los pecados, no se ven. ¿Quién entonces puede perdonarlo? Eso solo incumbe y pertenece a Dios.
Jesús astutamente ante la presencia del paralítico, y viendo la fe de ellos, dijo al paralítico: « ¡Animo!, hijo, tus
pecados te son perdonados». Pero he aquí que algunos escribas dijeron
para sí: «Éste está blasfemando». Jesús, conociendo sus pensamientos,
dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil,
decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’?
Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de
perdonar pecados —dice entonces al paralítico—: ‘Levántate, toma tu
camilla y vete a tu casa’»
Magistral la astucia y pedagogía de Jesús al presentarse como verdadero Hijo del Hombre e enviado a redimir los pecados del hombre para su salvación. Ante esta forma de hacer y actuar se queda uno sin palabras y solo una se puede pronunciar, así lo hizo Tomás: Señor mío y Dios mío.
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