(Mt 4,18-22) |
Sí, Jesús habla para el presente. En aquel tiempo llamó a Pedro, Andrés. Unas horas después a Santiago y a Juan. Y hoy, quizás, a ti y a mí. La Palabra está viva y es un Palabra que vive dentro de cada uno de nosotros. De ti y de mí. Se hace vida dentro de nosotros y se transmite en la vida con nosotros, con nuestro testimonio y nuestra palabra.
Pero, al igual que Pedro y Andrés, o Santiago y Juan, esa Palabra dirigida a ti y a mí por Jesús tiene que ser acogida en y dentro de mi corazón. Y como la tierra a la semilla, abonarla y regarla para que fructifique en la viña de mi vida.
Porque, de no ser acogida la Palabra, se queda en el camino, o en terreno de nadie, o absorbida por los terrenos duros y pedregosos... El mundo la corrompe y no la deja morir, la mantiene hasta que se pudra y se pierda para siempre. La inhabilita para que dé frutos.
Por eso, se hace necesario estar atento y receptivo a la llamada del Señor, y ponerse en camino como Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Hoy pasa el Señor delante de mí, y su mirada me invita a seguirle. ¿Qué decidimos nosotros, tú y yo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.