(Mc 10,28-31) |
Dejarlo todo no consiste en quedarte desnudo y pasar frío, sino en compartir la ropa que tienes o en no pensar tanto en lo que llevas sino en lo que puedes dar. Dar y darte para acercar a otros a esta buena noticia de salvación. Dejarlo todo es poner en primer lugar tu inquietud en proclamar con tu vida que Jesús, el Hijo de Dios vivo es la meta y la verdad de la vida y de nuestra vida.
Posiblemente queden muchas cosas que dejar, y quizás no tengamos tiempo, por nuestra condición pecadora, de dejarlas todas, pero si hay una cosa que podemos dejar cada día, y es la desmotivación, el cansancio, la comodidad y la pereza de abandonar y quedarnos quietos, cómodos y dejarnos arrastrar por el bienestar de este mundo sin importarnos el bien, la justicia y la salvación de los demás.
Esa es la lucha y la que debemos priorizar por encima de todo, y en eso estriba el dejar todo lo que nos impida continuar el combate diario y la guerra durante nuestro camino y nuestra vida. Sí, se hace duro y difícil de soportar y se sufren persecuciones, criticas, abandonos y humillaciones, pero es el camino que Jesús recorrió primero y el que nos invita a recorrer a nosotros.
No se trata de despojarte de lo que tienes, sino de ponerlo al servicio de los que lo necesitan. Y si en ese menester te quedas sin nada, confía que el Señor te dará ciento por uno.
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