viernes, 30 de enero de 2015

EL REINO DE DIOS ESTÁ DENTRO DE TI

(Mc 4,26-34)

No sabes lo que te ocurre, pero empiezas a experimentar que el rumbo de tu vida, sin Él, no va bien. Te das cuenta que nada, de lo mucho que tienes, te hace plenamente feliz. Sientes que nunca acabas de encontrar lo que deseas y que continúas buscando cosas u objetivos, o personas, que te ayuden a seguir viviendo y manteniendo la ilusión. Pero siempre terminas con sentimientos de fracaso.

Y experimentas miedo. La vida corre deprisa y el final lo sientes cerca. No quieres enfrentarte ni pensar en ello, pero sabes que es inútil. Te engañas a ti mismo y buscas justificaciones que distorsionen tu propia realidad. Te auto engañas haciendo lo que no quieres hacer. Es lo que llamamos traición, "dejar de hacer algo que sientes que deberías haber hecho por el bien de alguien". Incluso, en este caso, de ti mismo.

Y buscas remedios y soluciones rápidas. Y vuelves a equivocarte. Necesitas paz y esperanza. La semilla crece sola como nos dice hoy Jesús en el Evangelio. Crece mientras tú duermes y descansa; crece aunque tú no la riegues como debes; crece por la Gracia de Dios, y dará frutos. Sólo tienes que dejar que esa semilla, plantada en tu corazón por el Bautismo, crezca hasta dar sus frutos. Luego llegará la hora de segarla y recogerlos.

Y dejarla crecer consiste en abrir tu propio huerto (corazón) y ponerlo en Manos del Espíritu Santo para que, regada y cultivada por Él, crezca en Gracia, santidad y amor. Lo harás sin darte cuenta; lo harás con tu propio esfuerzo colaborando con el Espíritu Santo; lo harás estando unido al Señor y dejándote modelar por Él. Sin miedos, sin prisas, sin cosas extraordinarias. Simplemente con buenas intenciones y deseos de querer ser mejor según su Palabra y abandonarte en sus Manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.