(Mt 5,20-26) |
El cumplimiento está bien y es necesario, pero no basta para alcanzar la Misericordia de Dios, porque, precisamente, tienes que, por encima de todo cumplimiento, ser misericordioso como el Padre Dios es contigo. Queda claro y tiene verdadero sentido común. ¿Cómo puedes pedir perdón si tú no estás dispuesto a dárselo a otros? En la parábola del siervo cruel, Jesús, te lo deja clarito (Mt 18, 23-35) y nos quedamos todos reflejados. ¡Qué bueno conocer las parábolas, porque así conoceremos mejor y muy claro lo que Jesús nos enseña.
Por eso, el Señor nos lo dice hoy en el Evangelio: «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos». Porque hay muchos que cumplen, pero están sujetos a las leyes y su amor empieza y termina en la ley. Y no descubren sus incumplimientos, porque también tienen sus fallos y sus errores. ¿O es que podemos levantar la mano para tirar la primera piedra?
Luego, si tú experimentas que eres pecador, y todos lo somos, tendrás que descubrir que necesitas ser perdonado, pero también, de igual forma, otros lo necesitan. Y supuestamente necesitarán tu perdón y misericordia. Y es esa la medida de tu perdón. Ya nos lo dejo bien reflejado el Señor en la oración del Padre nuestro: ...y perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...
Es bueno reflexionar cada día desde la Palabra de Dios, y darnos cuenta de la necesidad, como es el caso de hoy, de ser misericordiosos. Ahora, posiblemente, muchos de nosotros, quizás los que lean estas humildes letras en este momento, descubran la necesidad de perdonar a aquel familiar, hermano, amigo...etc. u otras ofensas recibidas. Así como también pedir perdón por las nuestras. De cualquier forma, lo que trato de decir es que la Palabra de Dios nos ayuda a ser mejores y a esforzarnos en perfeccionarnos.
Y para eso necesitamos reflexionarlo todos los días o con frecuencia. Y este es el objetivo de este humilde blog, caminar de lo inmaduro de nuestra vida a la madurez de descubrir la acción del Señor en cada uno de nosotros. Eso es lo que significa en un sentido amplio "De dodim a agapé" en lenguaje griego.
Y eso es lo que pedimos en este momento, Señor, que la acción del Espíritu Santo nos haga cada día un poco más maduros, más perfectos para llegar a la santidad que Tú quieres para cada uno de nosotros.
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