José es catalogado como varón justo, pero, sobre todo, hombre de fe. En él pone Dios toda su confianza y le encarga la gran responsabilidad de proteger y cuidar de las dos personas más importante y sagradas de la historia, la Virgen María y la de su propio Hijo. Gran confianza del Padre Dios en un hombre sencillo, carpintero de Nazaret, en el que Dios descansa y apoya su obra de rescate y salvación para todos los hombres.
Esa gran responsabilidad y misión habla de los valores de José. Un hombre integro, justo y honrado, pero, sobre todo, hombre de fe. Alertado en sueños por el ángel decide volverse atrás y no repudiar a María y confiar en Dios. Sus intenciones eran otras. Visto lo que ocurría había decidido repudiar en secreto a María. Las evidencias eran obvias y no podía seguir adelante a pesar de no entender como pudo ocurrir eso. Sabía de la integridad de María, pero los hechos eran contundentes.
Diría, y esto lo pienso yo, que José esperaba una señal que le indicase que lo que pensaba era lo evidente y lo cierto. María no podía haber cometido lo que la señal de la gestación le delataba. José así quería entenderlo y la revelación del ángel en sueños le bastó para entregarse a lo que su corazón deseaba entender y hacer. José hizo lo que el ángel le indicó, y su respuesta de fe, junto a María, nos han dado esa hermosa y maravillosa oportunidad de salvación. Jesús, el Hijo de Dios Vivo, nacido de mujer por obra del Espíritu Santo, por la Gracia de Dios, encarnado en Naturaleza Humana, vino a este mundo para redimirnos de nuestro pecados y merecer para nosotros la salvación eterna.
José, al igual que María, participan de la redención al obedecer y seguir el camino que Dios les propone. José, padre putativo de nuestro Señor, se hace parte importante en la redención de todos los hombres aceptando el papel que Dios le confío en su Obra Redentora. En este hermoso día que la Iglesia celebra en honor a san José, miremos su figura y tomemos sus actitudes de fe y fidelidad a la familia de Nazaret abandonada en las Manos del Dios que lo ha elegido.
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